El dinero no compra la felicidad
Publicación original Forbes.ec
¿Qué es el dinero? ¿Qué valor tiene para el desarrollo? Sin duda el dinero es el indicador cuantificable más importante para medir el progreso de un país, de una familia y de un individuo. El dinero es ese habilitador para acceder al desarrollo, para acceder a la vida.
Aunque nos han vendido la romántica idea de que el dinero no compra la felicidad, definitivamente eso fue dicho por alguien que tenía todas sus necesidades cubiertas. ¿Quién puede encontrar la felicidad en la desesperación de comprar una medicina para un ser querido enfermo, quién encuentra la felicidad en la angustia de dormir a sus hijos con hambre, y quién encuentra la felicidad en el estrés de ver cientos de cuentas por pagar?
El dinero, si bien no compra la verdadera felicidad, habilita la paz. Si soñamos en un mundo de paz, definitivamente debemos como humanidad solucionar el acceso al dinero. Muchos países ofrecen bonos de desarrollo como mecanismo para dar solución a este problema. Sin embargo, este tipo de paternalismo ofrece dinero a los que no lo tienen, pero todos sabemos que a lo único que conduce es a depender de esa entrada de ingreso (supuestamente temporal), para consumo inmediato, sin ofrecer salidas sostenibles de superación. Lo que nos lleva a concluir que el problema financiero de las familias no recae en no tener dinero, sino en no saber cómo tener acceso a él, administrarlo, invertirlo y subsistir gracias a él.
Ha existido por siglos la famosa educación financiera, presentada como solución de transferencia de conocimiento para dotar de estrategias de ahorro y manejo de presupuesto. Esta educación ha sido una buena intención que no ha logrado solucionar el problema de raíz. Enfocada en ofrecer estrategias de ahorro, vende al usuario el concepto de que, si ahorra lo suficiente cada mes, puede salir del perverso círculo de la pobreza. Dado que los ingresos no superan los gastos, los individuos se ven forzados a buscar distintos préstamos para solventar el desfase. Esos préstamos están disfrazados de ayuda, pues en muchas ocasiones, sin su adecuado manejo, agravan el problema y aceleran la espiral de estrés económico.
El problema se agrava aún más si el individuo no es sujeto de crédito para un banco y una cooperativa, y se ve obligado a recurrir al chulco como salida. Dicha presión de pago de deuda incluye con frecuencia extorsión, así como mecanismos de presión que limitan a la persona a salir de ese círculo perverso.
Ese círculo de constante endeudamiento provoca presiones que llevan a cuadros depresivos incluso de suicidio. Según Deborah Stone, investigadora del tema de la CDC (Centro para el control y Prevención de Enfermedades, USA), menciona que, si bien el suicidio no es unicausal, los problemas financieros y de relaciones afectivas suelen ser las principales causas que contribuyen al suicidio. En los Estados Unidos el suicidio es le segunda causa de muerte. Estudiar el impacto de la ansiedad financiera es un tema que merece absoluta prioridad.
Es curioso que, al estudiar el tema, el estrés financiero no discrimina el estatus socio económico, la ansiedad financiera ataca con igual gravedad. Su espiral de endeudamiento tiene diferentes cifras, pero el estrés es igual de doloroso.
Existe además una población que requiere con mayor urgencia educación financiera; las mujeres. En el Ecuador sólo el 25% de las mujeres con son dueñas de tierras, y los datos de acceso a créditos no son alentadores para las mujeres. Si bien el número de créditos otorgados a mujeres ha aumentado, lo que varía es el total del crédito a los hombres anualmente. Según la Asociación de Bancos Privados del Ecuador hay una desventaja bastante importante pues el monto entregado a hombres ($ 4.212 millones) es más importante que el de mujeres ($ 2.978 millones). Si desde pequeñas, las niñas reciben formación, protección, manejo e independencia financiera, los casos de abuso intrafamiliar, progreso y desarrollo mejorarían.
Con esta problemática, ¿cuál es la solución? Los patrones de consumo, hábitos, disciplina financiera son distintos en cada persona. Qué tal si la nueva era de educación financiera se convierte en ofrecer mentoría específica para salir del ciclo del endeudamiento, dotando de herramientas inteligentes de inversión a cada individuo según su condición. Los seres humanos por naturaleza tenemos hábitos de comportamiento y consumo que nos hacen muy predecibles, condiciones ideales para el diseño de una ayuda personalizada. Es responsabilidad de la sociedad hacernos cargo de esta problemática y ofrecer soluciones innovadoras que permitan a todos salir del perverso ciclo. Quizás estamos en el momento más oportuno juntar esfuerzos y habilitar la paz mental.